El turbo se ha convertido en una pieza esencial dentro del downsizing, la nueva tendencia de fabricación que adopta el turbo en detrimento de una menor cilandrada. Esta tendencia, aplicada por la gran mayoría de los fabricantes tiene como objetivo reducir los consumos y controlar las emisiones para adaptarse a la normativa.
Te proporcionamos una serie de trucos para que nuestro turbo dure más:
- Dejar en ralentí durante unos segundos el motor: permitiendo que el turbo consiga la lubricación que precisa. Si no consideramos este procedimiento e iniciamos la marcha nada más salir puede originar daños en zonas como el eje de turbina provocando a largo plazo que se averíe.
- Respetar el motor frío: con ello conseguiremos no solo una mejor lubricación de las piezas, además de ello el agua y el aceite alcanzarán una temperatura de trabajo aconsejable para realizar su labor a la perfección.
- Arrancar sin pisar el acelerador: pisamos el embrague, pero sin acelerar, con ello ayudaremos a la lubricación de todos las piezas incluido el turbo y además disminuiremos el trabajo al motor de arranque.
- Reposar el turbo antes de apagar el motor: después de conducir durante un largo viaje, ya que el aceite de su interior se queda carbonizado al hallar la temperatura de la turbina alta y al pararse la lubricación.
- No abusar de las recuperaciones a bajas revoluciones: supone que los componentes del motor se puedan exponer a un tensión muy alta y los turbos no podrán lograr la presión de soplado que les hace trabar de un modo correcto.
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